sábado, julio 6, 2024
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Opinión: ¡La Colombia feminicida!

La epidemia de feminicidios en Colombia sigue desangrándonos, porque, aunque no estemos en el cajón, algo muere en nosotras cuando la violencia nos arrebata a otra mujer.

En la convulsionada realidad colombiana, que no termina de acomodarse con ningún gobierno, donde derecha e izquierda continúan con la deuda económica, social y cultural para la protección de los derechos fundamentales de las mujeres, seguimos muriendo desangradas en las calles de Colombia. La tragedia ahora empaña nuestras vidas, marcada por una violencia excesiva que deja al descubierto que aún somos objetos de pertenencia masculina.

Las evidentes muertes ante el ojo público nos dejan con el sinsabor de que día a día validamos las violencias de género. En este primer mes del 2024, ya hemos evidenciado la misoginia en su nivel más alto, con el saldo trágico de una mujer decapitada y otra encontrada en una maleta.

Sin embargo, seguimos haciendo y riéndonos de los chistes machistas y misóginos sobre las mujeres «porque solo es humor», mientras entre risas tocamos la herida que aún sangra a chorros.

Se supone entonces que, con el paso de los años y las leyes instauradas «en pro» de la seguridad y rechazo de las violencias hacia las mujeres, se hace evidente la falta de voluntad real de los gobiernos. Las campañas rosas evidentemente se quedan cortas, las redes sociales, las leyes y los días conmemorativos no atraviesan los espacios de los victimarios. Mientras se transmite un comercial contra el feminicidio, en las calles hay hombres acabando con la vida de sus compañeras.

Es decir que, si los diversos gobiernos nacionales, departamentales y locales no destinan los recursos económicos, manifestando una voluntad política y gubernamental en la transformación de oportunidades laborales, generando proyectos de seguridad, capacitación para la atención policial con perspectiva de género y una educación integral en términos culturales, económicos y sociales; de campaña en campaña seguiremos sumando a las cifras, dejando pasar sin pena ni gloria las políticas de prevención, atención y promoción, no siendo más que un discurso demagógico de protagonismo y camino electoral transitorio de unos cuantos.

El miedo nos recorre las venas diariamente mientras pensamos en el flagelo de los feminicidios, creamos en nuestras mentes escenarios de violencia que podríamos sufrir, mientras nos subimos a un taxi, tomamos un bus, caminamos por las calles, tomamos clases o creemos haber encontrado el amor de nuestras vidas, mientras nos separamos porque no somos felices, recibimos un trago en una fiesta o luchamos por un trabajo digno. Pues si estos escenarios ya han sido el fin de la vida de varias mujeres de nuestro país, ¿cómo creer que no seremos la siguiente?

Quienes perpetúan las violencias continúan en total impunidad, pues no existe un verdadero castigo más allá de los años de encierro (cuando llega la justicia). Mientras que en las calles, en lugar de disminuir, las violencias continúan en aumento, siendo la falla del sistema el mayor victimario de las mujeres. No solo se debe visibilizar lo que ante nuestros ojos pasa, sino también los miles de mujeres que intentan no morir en el silencio, pues mientras el agresor maneje los ingresos del hogar, el sometimiento y el silencio seguirán siendo protagonistas de las futuras muertes.

Ahora bien, en términos «locales», Colombia la loca nos mata también con cifras descabelladas de muertes. En este enero de 2024 se han asesinado a 3 mujeres con nombre y rostro que la novela que sigue al noticiero ha borrado.

• Diana Carolina Serna (37 años)

• Isabella Mesa (19 años)

• Estefany Gabriela Pulido (25 años)

Han sido las mujeres silenciadas por el patriarcado que no existe o no le ha «tocado» al samario de los rizos. Qué difícil es la vida cuando los privilegios nos nublan la realidad.

En conclusión, y para dejar al análisis de la ciudadanía a las mujeres detrás de las cifras, los datos revelados por la ONU MUJERES en los últimos años pintan un cuadro desolador:

• En 2022, unas 48.800 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo. Esto significa que, por término medio, más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia.

• En Colombia estamos así:

  • Año 2018: 666 mujeres asesinadas
  • Año 2019: 574 mujeres asesinadas
  • Año 2020: 630 mujeres asesinadas
  • Año 2021: 622 mujeres asesinadas
  • Año 2022: 619 mujeres asesinadas
  • Año 2023: 632 mujeres asesinadas

Para nosotras, estos fríos números son mucho más que estadísticas; representan vidas destrozadas y sueños desvanecidos. La cultura misógina que permea la sociedad colombiana se manifiesta de manera trágica en estos actos de violencia extrema. La epidemia de feminicidios no solo es un problema estadístico, sino una afrenta a la dignidad y los derechos fundamentales de las mujeres. A través de todas esas voces indignadas buscamos despertar la conciencia colectiva, recordándonos a todos que la lucha contra la cultura machista es esencial para construir un país donde las mujeres puedan vivir sin miedo, con equidad y pleno ejercicio de sus derechos. Estas letras no son solo un eco de dolor, sino también un grito de esperanza por un futuro más justo y seguro para todas nosotras.

Autora: Eveling H. Sánchez

Cundinamarqueza, Magister en Desarrollo Educativo y Social, abanderada de la construcción de procesos entorno a las mujeres y el género.

Creadora del Foro “Mujer y Poder” desafíos del siglo XXI que apertura espacios de reconocimiento a los liderazgos de las mujeres en Cundinamarca.

Lider del Podcast “Mujeres al Volante” espacio de encuentro y reflexión que busca ofrecer un espacio donde las mujeres puedan contar sus historias, compartir sus éxitos y desafíos, y motivar a otras a alcanzar sus metas, buscando contribuir a un cambio cultural que promueva
la igualdad y el reconocimiento del papel fundamental de las mujeres en la sociedad.

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