A diferencia de América Latina, donde los comicios suelen celebrarse en domingo, en Estados Unidos las elecciones ocurren el primer martes después del primer lunes de noviembre.
Esta práctica, que data del siglo XIX, obedece a una combinación de factores religiosos y logísticos de la época, cuando la mayoría de votantes vivían en zonas rurales y se trasladaban en carruajes de caballos. La jornada electoral no podía ser el domingo, dedicado a la iglesia, ni el lunes, ya que implicaría viajar en domingo. El miércoles tampoco era viable, pues coincidía con el día de mercado. Así, el martes resultó la opción más práctica.
A pesar de la evolución de la sociedad y la tecnología, Estados Unidos mantiene el martes como día electoral. Sin embargo, esta tradición ha sido cuestionada por su impacto en la participación. Según un estudio del Centro de Investigaciones Pew, muchas personas no votan debido a la dificultad de ausentarse del trabajo. Steve Israel, excongresista demócrata, intentó varias veces cambiar la elección al fin de semana, proponiendo que un cambio de día podría aumentar la participación.
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Desde la pandemia del COVID-19, se han implementado medidas que buscan facilitar el voto, como el voto anticipado y el voto por correo, aumentando la participación en los comicios de 2020 y 2022. Sin embargo, los expertos señalan que el verdadero desafío no es el día de la elección, sino las restricciones que algunos estados imponen, lo que limita el acceso de ciertos votantes y plantea un reto para lograr una democracia más inclusiva.