Bogotá D.C., abril 5 de 2024. Pues puntualizar un tema central del cual no escuché mucho y es un poco la historia institucional del café, que tiene que ver y es un eje central de la historia institucional de Colombia y en general está alrededor del recurso público.
Los recursos públicos que como todos saben vienen de los impuestos de todas y todos los colombianos son una caja común, una especie de caja de ahorros en cierta forma. No se ahorra mucho. Se tiene que gastar. Se gasta fundamentalmente en funcionamiento del Ejército y la Policía, de la Fuerza Pública, ese es el gran gasto.
Pero paralelo está el gran gasto de pagar las deudas, que ya va a 100 billones. Se va a poner por encima de todos los gastos y paralelo, el gasto de las pensiones y van quedando unos cunchos, le llamo yo. Porque uno no puede decirle a un soldado, a un policía o a un general, le dejo de pagar el sueldo. Tampoco le puede uno decir a la banca internacional, le dejo de pagar la deuda. Tiene unas consecuencias. De esto se discutió mucho en pasadas décadas. Tampoco le puede uno decir a los pensionados, le dejo de pagar la pensión. Luego van quedando unos cunchos, que fuera de otros gastos de funcionamiento, pues terminan siendo la inversión del país, inversión que se amarra por los gobiernos y la dejan amarrada a los próximos gobiernos, porque va reflejando una visión del desarrollo, de lo que se cree es el proceso económico más favorable para el país o para ciertos intereses.
En esa historia institucional y tiene que ver con lo que acabas de decir, se ha visto casi como un derecho que no está establecido en la Constitución de Colombia, que ciertos grupos de poder, pueden tener el presupuesto nacional. Manejarlo. Controlarlo por décadas. De él sacaron las ganancias lícitas o muchas veces ilícitas. Se lo roban con la procura en muchos temas, de garantizar unos derechos que al cabo de las décadas, a veces han pasado un siglo, pues no han garantizado.
Los derechos de toda la población y en cierta forma las elecciones del año pasado, fue como una especie de evaluación de Colombia sobre esa manera de gobernar. Cuando el pueblo colombiano en su mayoría y no solamente quienes votaron a favor mío, sino en buena parte, quienes votaron a favor de mi rival, que supo ser muy audaz en esa campaña en segunda vuelta, lo que buscaban – estoy hablando de más de 10 millones, 11, 12, 13, 14 millones de electores- lo que buscaban es que eso cambiara, es decir, que hubiera una plenitud en que los derechos de la gente se garantizarán.
La Constitución del 91 lo prometió. Muchos de sus artículos, cuando uno los lee y los relee -como parlamentario sí que me ha tocado leerlos y releerlos- traen siempre, se garantizará en forma progresiva. Forma progresiva uno entiende, cada año más y más se van garantizando.
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Pero han pasado más de 30 años, y muchos de ellos, como el de la pensión, ni por la esquina, al contrario, comparado con niveles de cobertura antes de la Constitución, pues tienen menores coberturas ahora. O como el de la salud, que acaba de tener una fuerte discusión, ¿Cómo es posible que tengamos cuatro veces más la tasa de mortalidad infantil que la mayoría de los países de la OCDE, de la que hacemos parte?
Esos niños que mueren no importan. He descubierto que, en muchos voceros políticos y gremiales, los niños que mueren no importan. El balance no se hace en niños muertos o niños vivos, el balance no se hace en personas que mueren sin necesidad o que pueden vivir gracias a la palanca del presupuesto nacional, sino que se hace en términos de ganancias y punto. Se hace en términos de beneficios particulares, punto. Se hacen en términos de un negocio. Cómo la Constitución que plenamente hablaba de derechos, fue sustituida por una forma de gobernar en donde sólo se habla de negocios para unos cuantos.
Ya no existe el campesino, a duras penas hemos puesto la palabra en la Constitución, no existe la mujer, no existe la niñez, eso es carreta. En Planeación Nacional no existía una sola dependencia que hablara de indígenas o de afros. ¡No existen! en una actividad que llaman de planeación, escrita o construida para disque grandes intelectuales y tecnócratas, no existe, a pesar de que, en nuestra sociedad desde el inicio, hace cinco siglos, es negra, es indígena, no existe algo que tenga que ver con lo indígena o con lo negro, para nada en la planeación. Hay una planeación blanca, matemática, sin alma, sin responder a los intereses de la sociedad.
Por eso bien está la pregunta y la ministra debería ayudarnos a responderla.
Y los dineros públicos que se dedican al café ¿Qué? Están bajo un contrato, hace muchísimo tiempo. Yo creo que no había nacido yo y ya estaban bajo un contrato. Habría que mirar la fecha bien. Quizás antes de la mayoría de los aquí presentes hubieran nacido, bajo un contrato del Estado otorgó unos dineros públicos para ser manejados por un particular.
Es lo mismo que ha hecho en la energía eléctrica. Es lo mismo que ha hecho en las pensiones, es lo mismo que ha hecho en la salud, es lo mismo que ha hecho en las carreteras, es lo mismo que ha hecho en sus funciones, incluso hay quienes dicen más más y más, hagamos cárceles privadas, dicen. Porque no tenemos policía privada, llegaron hasta hacerla, pero le pusieron otro nombre y no tenía funciones de policía, sino de matar.
Una privatización de la Función Pública, que tiene aparejada una privatización de la política. Cuando la política se privatiza es por definición, corrupta. La privatización de la política es la corrupción, porque la política por definición es el interés general. El bien común, decían los fundadores de los Estados Unidos, el bien común. Muchas veces se repite en nuestra Constitución. ¿Cuál bien común, si prácticamente todo el erario público ha sido conducido es al negocio particular, y cuando el pueblo dice, cambiemos, surge la burla? Se burlan no del Presidente, se burlan es del pueblo, que ordenó un cambio. ¿El pueblo admitirá la burla? Puntos suspensivos.
Pero aquí hay un ejemplo, aquí un ejemplo concreto ¿Qué pasa con el dinero público del café? No estoy hablando del privado, con el privado yo no me meto. Igual que con cualquier empresa que fabrique gaseosas, cerveza, yo nunca me he metido, porque esos son los dineros privados y la Constitución lo protege, esa es la propiedad privada Pero ¿qué pasa con la propiedad pública? O sea, ¿Por qué nosotros no protegemos la propiedad pública? ¿Por qué barremos con la propiedad pública? Si la propiedad privada demanda y pide respeto y es de unas personas que son los propietarios. Pues la propiedad pública debe demandar respeto, porque es del pueblo, no es que nadie más que del pueblo colombiano.
Los dineros del café son del pueblo colombiano. En eso no pueden existir dudas. Entonces, en ese camino, ¿Cuáles las propuestas? Que aquí he escuchado, pues, algunas y ha venido existiendo un trabajo. Yo creo que no se trata de discursos líricos, sino se trata de ahondar un problema que indudablemente existe en el café. ¿Qué nos pasó si éramos un país cafetero, casi en el primer lugar del mundo?
Así fue cuando yo era niño, eso leía y veía y cuando fui adolescente y joven incluso. Cierto, éramos un país cafetero, con una geografía un poco diferente a la de hoy, en el segundo lugar de la producción mundial y a veces Brasil flaqueaba por las heladas, etcétera y éramos el primero con una fama mundial de ser los productores de un café excelso.
Y de todo eso prácticamente se vino en derrumbe. Lo que teníamos como un país agricultor y entre la agricultura, que significa productor, pues el mundo cafetero que era el uno, el primer renglón campesino del café, porque es el primer elemento que hay que rescatar. El café surge como una insurgencia. El café no lo planificó el gobierno, no lo propuso el gobierno. Cualquiera que hubiera sido en aquella época de finales del siglo XIX, no fue. No fue que algún presidente dijo: nos vamos por el café, no. En ese entonces nosotros vivíamos de sacar oro.
Algunos, nosotros no, porque no estábamos vivos, pero nuestros antepasados y muchísimos, con el azadón a sacar la comida del día del surco, la subsistencia, muchísimos y unos cuantos, que eran los dueños del poder, grandes latifundistas hacendados que no producían nada, sólo tener la tierra, tierras planas, tierras cálidas, tierras fértiles. Uno de los primeros hechos de la conquista en Colombia es el acaparamiento de la tierra fértil.
El cafetero no fue de las tierras planas. El cafetero no fue del mundo del café del poder, el cafetero fue una familia, generalmente paisa, que se atravesó las montañas con la fuerza de sus muslos, con la unidad de su familia porque había que tenerla unida en una epopeya de esas, con las mulas, porque no subía ahí sino apenas el hombre, la mujer, los niños y la mula y a veces los niños encima de la mula. Y así se fundó el café. Encontraron en esas pendientes, que ese café que venía de afuera, sabía muy rico y a punta de azadón y de fuerza muscular, la economía cafetera fue creciendo. Es una economía inventada por el pueblo, no fue inventada por el Gobierno.
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Toda su riqueza nace del sudor de la gente misma, supongo que muchos fracasaron en el empeño, hay novelas, hay literatura al respecto. Fundamentalmente es la creación, no únicamente de un pueblo campesino, paisa, antioqueño, como quieran llamarlos, en migración, que va pasando por las cordilleras hacia el sur, que se expande por lo que fue la vieja zona cafetera, que terminó siendo la gran riqueza, la gran zona rica del país y que sostuvo a Colombia. Sostuvo a los congresistas y sus sueldos, de ahí salía la plata. Sostuvo a los ministros, sostuvo a los presidentes, sostuvo a magistrados y jueces. Fue de la plata cafetera que se sostuvo el Estado colombiano.
CAFÉ EN DECLIVE
Fue del dinero cafetero que se empezó a construir la industria, o si no ¿Por qué Medellín tuvo los primeros impulsos industriales de Colombia, aunque estaba en medio de un mundo cafetero? Campesino que podía vender su café, tenía con qué comprar cosas y esas cosas se podían hacer en la ciudad de enseguida, Medellín o Manizales o la misma Bogotá y empezó la industria y esa fue nuestra economía, hasta que alguien, ese sí es del gobierno, dijo: basta. Ahí hay un momento de quiebre que hay que entender.
En ese momento los gobernantes dijeron, no queremos vivir más del café, el café no nos da mucho. Eso de vivir de la agricultura no está bien en el mundo, dijeron los yupis, porque hay que ponerle ese nombre. Eso no es como Washington, eso no es como Nueva York, eso no es como Miami, al que les encantaba ir. La ciudad, Londres, Londres.
Del café si sacaron para hacer unas embajadas y poner en Londres y en Nueva York para vivir chévere y rico, donde querían vivir en ciudades que obviamente tenían otro sistema económico. Sirvieron para nada. Toda esa plata se dilapidó, porque la diplomacia cafetera integrada por las familias más distinguidas del país, que yo creo que no sembraron una mata de café en su vida, ganándose unos sueldazos, que envidia hasta el senador de la República.
No fueron capaces de conquistar el mercado internacional del café. Hoy somos el cuarto y a veces el quinto nos está alcanzando. El quinto. Vamos para hacer el sexto. Destruyeron el mercado que Colombia había ganado en el comercio internacional del café. Nunca avanzaron, se ganaron el sueldo y el resultado es hoy un fracaso. Y hay que admitirlo. Es un fracaso nacional. Un país que es el primero o el segundo productor del mundo y que hoy esté cuarto y quinto y bajando, pues es que está haciendo las cosas mal.
Con un discurso lírico no se pueden tapar los hechos y los datos, estamos perdiendo el mercado mundial del café, no por culpa del campesino paisa del que hablaba. Por culpa de esa representación que, a nombre de ese mundo del trabajo, lo que hizo fue destruir el mundo cafetero en Colombia. Vendieron la Flota Mercante Gran Colombiana, vendieron el Banco Cafetero, privatizaron todo. La misma historia de la EPS, si hacemos una comparación ahora que podemos.
Es la misma historia, fueron ordeñando las instituciones creadas, se quedaron con los dineros, se quedaron con las marcas, se quedaron con el prestigio y hoy somos el quinto cuarto, bajamos al quinto y vamos hacia abajo en la competencia por el mercado de café en el mundo, que no es solamente en cuanto sacos se vende como miden las estadísticas, si no es si fuimos capaces de saltar de vender café en grano a vender café industrializado en sus diferentes formas, ¿Dónde hicimos eso otra vez el esfuerzo de la gente de abajo como le escuché a la ministra?.
Digamos trayéndonos hacia el presente, es lo mismo que hacía el campesino paisa y su mula subiendo la montaña con su familia a punta de su propio esfuerzo, intentar construir una economía rentable, que indudablemente fue a la cual le quitaron contribuciones ¿Que terminaron en qué? Pues ahora es lo mismo, sólo que ya no es a mula, ahora es ver cómo se va a un barco y hace un negocio en una feria y ponen los talegos del café industrializado y logre ir penetrando a duras penas unos mercados, que llaman mercados de café excelso, en donde indudablemente tendríamos ventajas, si hubiera apoyo del gobierno. Si hubiera. Si el campesino de la mula no estuviera solo. Si hubiera un estado acompañando al campesino de la mula, que nunca lo hubo.
Bueno, puedo ser muy injusto, porque el Estado trajo la violencia al campesino de la mula, le quitó muchas veces la tierra, la violencia en el Tolima, en la zona cafetera por allá, en las épocas liberales y conservadoras, pero el mundo del café intentó construir la paz. Y esa es una parte de nuestra historia. Los comités cafeteros del entonces que eran liberales y conservadores y todo lo que había en ese momento político, decidieron ser paritarios, era respondiendo a una violencia del entonces.
Ahora el problema es que hacemos hoy y ¿Qué hace el gobierno del cambio?
Porque si hubo ese voto, ¿Para qué es? ¿En qué consiste? ¿Para qué sirve haber cambiado de la forma tradicional de gobernar?, que es usar de manera hereditaria y particular los dineros públicos, incluidos los del café. No sólo los del café. ¿Entonces ahora qué se hace? ¿Aplaudimos? ¿Nos quedamos callados y en silencio que siga habiendo lo mismo? O procedemos a un cambio en el mundo cafetero.
Ahora primero, que creo que es lo que hay que subrayar, nosotros queremos otro sistema económico al que fundó el que le dijo basta el café. El café era de un mundo productivo, insurgente, porque no era no era dictado por el gobierno, era hecho por el pueblo y de ahí para arriba. Lo que le pusieron encima fue un sistema económico que hoy sostiene al Estado colombiano, que hoy sostiene los sueldos de los congresistas, de los magistrados, de los presidentes, que es el petróleo y el carbón. Ahí sí, somos quinto productor exportador mundial de carbón y treinta y picoavo productor y exportador de petróleo, treintaavo.
De eso hemos vivido durante los últimos 50 años. Ahí se aplicó toda la política, se centró el esfuerzo del Estado nacional. Por eso el café quedó de lado y no solo el café, todo lo que suene a agricultura, todo lo que suene a industria, todo lo que suene a producción. Nosotros teníamos con el café un sistema productivo y nos construyeron encima y contra, un sistema extractivo. No se produce, se extrae, esa es la diferencia. No es cualquiera, no son dos palabrejas. Cuando se produjo, cuando se produce el trabajo humano, está ahí, solo se puede producir con trabajo. La producción no aparece, no cae del cielo, no está en la tierra, es la transformación de un producto de la tierra en otras cosas. Implica trabajar, al principio a punta de músculos, después, con el tiempo, a punta de cerebro, pero eso es igual, trabajo humano, incluso el cerebro más intenso. Trabajar es sinónimo de producir.
EXTRACTIVISMO V.S TRABAJO
Ahora primero, creo que es lo que hay que subrayar, nosotros queremos otro sistema económico al que fundó el que le dijo “basta el café”. El café era de un mundo productivo, insurgente, porque no era no era dictado por el gobierno, era hecho por el pueblo y de ahí para arriba. Lo que le pusieron encima fue un sistema económico que hoy sostiene al Estado colombiano, que hoy sostiene los sueldos de los congresistas, de los magistrados, de los presidentes, que es el petróleo y el carbón. Ahí sí, somos quinto productor exportador mundial de carbón y treinta y picoavo productor y exportador de petróleo, treintaavo .
De eso hemos vivido durante los últimos 50 años. Ahí se aplicó toda la política, se centró el esfuerzo del Estado nacional. Por eso el café quedó de lado y no solo el café, todo lo que suene a agricultura, todo lo que suene a industria, todo lo que suene a producción. Nosotros teníamos con el café un sistema productivo y nos construyeron encima y contra, un sistema extractivo. No se produce, se extrae, esa es la diferencia. No es cualquiera, no son dos palabrejas. Cuando se produjo, cuando se produce el trabajo humano, está ahí, solo se puede producir con trabajo. La producción no aparece, no cae del cielo, no está en la tierra, es la transformación de un producto de la tierra en otras cosas. Implica trabajar, al principio a punta de músculos, después, con el tiempo, a punta de cerebro, pero eso es igual, trabajo humano, incluso el cerebro más intenso. Trabajar es sinónimo de producir.
Cuando se habla de extraer, ahí no se habla de mucho trabajo. Extraer lo que ya está debajo de la tierra, llámese carbón, llámese petróleo, llámese oro, llámese níquel. Hay un trabajito, que es extraer y punto. Pero lo que se extrae no es producto del trabajo humano, no es producción. Y así nos volvimos, así se volvió el sistema económico colombiano, de productores y trabajadores y cada vez más trabajadoras y productoras depronto a simples extractores. Para extraer prácticamente no se necesita ni el cerebro. Una palanca y un tubo y otro tubo arrastra el petróleo y llega al barco y adiós. Nos entregan muchísimos dólares. Los yupis dijeron, pues esta es más fácil, porque lo que llega es un chorro de dólares por el petróleo, por el carbón y por la cocaína. ¿Para qué el café, para qué panela, para qué yuca, para qué maíz, para qué hacer carros o motos o bicicletas al menos?
Todo eso, que lo veníamos haciendo, años 60, años 70, yo me acuerdo que había un Renolito cuatro que nosotros usábamos, se hacía era en Colombia. Las bicicletas Monark, se hacían en Colombia. Todo eso para afuera, para afuera, para afuera. Nos dedicamos a lo que da el billete: el petróleo, el carbón y la cocaína. Ahora lo que da ese billete, es riqueza.
Bueno, ahora en estos días nos estamos dando cuenta que no. La riqueza no la hace el billete, la hace el trabajo. Un país es más rico que otro, porque tiene más productividad que el otro. Los Estados Unidos son ricos porque hay mucho trabajo, incluso hasta centenares de miles de personas se van a ver si trabajan allá. Tiene mucho trabajo, pero si un país no tiene trabajo, se vuelve pobre. Nosotros lo que fuimos fue destruyendo el trabajo a cambio que entrara un chorro de billete, el chorro de billete legal o ilegal fue matando nuestras industrias, fue matando nuestra producción agraria, la tierra fértil terminó manchada en sangre.
LA OTRA VIOLENCIA
Y vino otra violencia. Que cuya historia pues ustedes ya conocen, porque la hemos vivido todos. Esta no es la de nuestros padres no es la de nuestros abuelos esta es la que nos toca a nosotros resolver, no solo sufrir, porque la responsabilidad de una generación es intentar resolver los problemas para que la que sigue, que tendrá otros problemas, no tenga esto sumados, los podamos resolver nosotros.
Entonces ahora, lo que nosotros proponemos, fue lo que le dijimos al pueblo colombiano en campaña electoral, es produzcamos. Salgamos de la extracción ¿Por qué? Porque no nos van a comprar más petróleo, no nos van a comprar más carbón, no porque no queramos, porque es que ese es el peor veneno de la humanidad que está causando la crisis climática.
El resto del discurso, llevo como un loro diciéndolo todos los días casi, no nos van a comprar más, porque si hay más petróleo y hay más carbón consumido en el mundo, la humanidad desaparece, porque cambia la química de la atmósfera, por eso tenemos un Niño como el que tenemos, por eso hay huracanes en Bogotá, por eso hay huracanes inmensos en San Andrés, sobre San Andrés. Por eso nos quedamos sin agua en muchas partes, por eso hay pueblos enteros que se están yendo del sur al norte del planeta, etcétera.
Víctimas climáticas cada vez en mayor calidad, porque la ciencia dice que en cuestión de una década, dos décadas incluso, toda la vida dentro del mar, desaparece. Y así paulatinamente hasta llevarnos a nosotros por delante. Se burlaban, pero los estudios de Cambridge dicen que hay una articulación entre el Covid y la crisis climática.
Se burlaban porque no leyeron los estudios de Cambridge, con tal de burlarse del presidente, pues, mejor no leerlos. No hay cada vez ahora más enfermedad. Toda nuestra idea de progreso, se nos está desplomando. ¿Qué le proponemos nosotros a Colombia y le propusimos? Pues pasar de ser extractores de algo que se va a acabar a pasar a ser productores. De nuevo a producir o en otras palabras de nuevo a trabajar. A tener una riqueza nacional que se base sobre el trabajo humano de hombres, de mujeres, solo que en las condiciones del siglo XXI, que son diferentes a la de nuestro amigo campesino antioqueño que fundó el café.
Hoy son diferentes, hoy no nos sirve la mula, hoy no nos sirve el azadón, hoy producir tiene otras circunstancias, otras condiciones, pero entonces partamos de este primer acuerdo.
INDUSTRIALIZACIÓN
La economía colombiana y la nación colombiana se enriquecerán en la medida en que abramos más las posibilidades de la agricultura, de la industria, del turismo dijimos. Turismo no es producción, pero tenemos una belleza que podemos perfectamente convertir en riqueza nacional, si la cuidamos. Ahora volvemos a la agricultura y volvemos a la industria. No volvemos al café.
Nos olvidamos y nos seguimos olvidando del café, nos vamos a ver cómo es lo que está pasando con la yuca que va mal, espero que se haya solucionado. ¿Qué pasó con la cebolla, que nos está sucediendo con la leche? Ahí vi esta mañana un artículo de un empresario diciendo que íbamos bien, si somos capaces de industrializar la leche, en manos y propiedad del campesino y la campesina lechera.
Por lo menos no aplaudió, que es experto leche. Si somos capaces de exportar leche, no de importarla, ¿Qué es lo que sobreviene, importar la leche?, pues ya estamos importando el café. Yo me atrevo a decir porque estamos importando café.
Ayudado con el dinero público, una serie de instrumentos están permitiendo que se importe café ¿Por qué? ¿El TLC? ¿Por qué nosotros estamos permitiendo importar el café, si sabemos que mata uno de los renglones económicos más intensivos en trabajo? ¿Por qué estamos matando el trabajo? ¿Qué país mata al trabajo? Hay países que dejan el libre comercio porque saben que van a producir más. Pero nosotros estamos es matando el café. Políticas para que se acabe la cantidad de hectáreas en café, para que no aumenten las hectáreas del café, porque estamos acostumbrados es a vender el café en grano. Entonces entre más y más café en grano más barato el café y se arruina el productor. Llega un momento en que los costos de producción son mayores que el precio de venta, como varias veces ha ocurrido, pero ¿Y si nos industrializamos? ¿La ecuación no cambia?
Industrializarse es meter el cerebro al grano de café ¿O no? Industrializar el grano de café, es meterle el cerebro colectivo, no individual al grano de café. Implica una asociación. Es difícil industrializar el café en una finca. Hay posibilidades, no digo que sea un no permanente, pero industrializar el café, necesita lo que llaman los economistas economías de escala, es decir, un volumen importante de materia prima para transformarlo en otras cosas, que casi los italianos, que los belgas, que los franceses, que los mismos norteamericanos, que los suizos se han inventado con su cerebro. Por eso la economía cafetera se ha vuelto, llevar café en grano hacia los suizos y los suizos hacen los cafés, los mezclan y terminan en el supermercado, como decía alguien aquí, a dos dólares el pocillo, mientras el productor reciba cinco centavos. De los dos dólares cinco y entonces todo ese espacio intermedio se lo fueron cogiendo otros que no son los productores del café.
ASOCIATIVIDAD
Es el gran fracaso del mundo cafetero. Para eso tenemos que juntarnos, no hay otra. Asociarnos. Tenemos que asociarnos dentro en la región, en el cañón del Micay, dice usted. Claro, eso fue lo que propusimos en vez de tirar bombas, acabemos los cultivos de hoja de coca y sembremos café en donde se puede y ponemos todo el Estado, no el discurso, ojo. Es el Estado y el Estado en el fondo es billete, es capital, porque el billete cuando se invierte en producción ahí si es riqueza. Se le llama inversión. Cuando el billete no se invierte en producción o es un guardado debajo del colchón o en un banco o es consumo, pero no riqueza. El billete cuando se invierte en la producción, cuando se compra una máquina, unas semillas, una tierra, unos instrumentos, ahí es cuando se vuelve riqueza y sale más billete del billete invertido. Así es que se genera la riqueza, pero hay trabajo de por medio.
Porque en el cañón del Micay ¿Ahí qué hemos hecho? Bomba para aquí, bomba para allá, tiro para acá, tiro para acá. Muertos del pueblo. Los muertos siempre son del pueblo. Esos jóvenes que están muriendo de la segunda Marquetalia, nueve van. Bueno, claro, un presidente diría y los no sé qué y los sí sé cuándo y los HP. Son seres humanos. Nuestro país no debería estar en eso. Esta en una lógica autodestructiva. No es que no lo hagamos, nos toca, porque no es a través de las armas como se va a resolver los problemas de Colombia, pues si esos mismos muchachos fueran miembros de una cooperativa campesina en el cañón del Micay, hoy estarían entre nosotros sanos y salvos y quizá serían unos grandes inventores y tendrían ideas que quizás nosotros no tengamos. Entonces, nosotros nos estamos es autodestruyendo en la violencia, la producción es sinónimo de paz.
CRÉDITOS PARA LOS CAMPESINOS
Pero esto tiene unos elementos concretos, ¿Cuánto crédito se está entregando la economía cafetera y a qué tasas de interés? Si la tasa de interés hace que el crédito sea más grande que el costo de producción, no estamos haciendo nada.
Ahora, en un mundo de tasa de interés alta, que sabemos que tenemos por el Banco de la República, pues hay que subsidiar la tasa de interés y subsidiar la tasa de interés, es presupuesto nacional. ¿Cuánto dinero del presupuesto nacional se está llevando para subsidiar la tasa de interés del pequeño y mediano campesino cafetero? Si es cero, aquí estamos hablando carreta. Aquí estamos hablando carreta.
Y esto no son, no, que pusimos 10.000 millones. No nos sirve, porque la economía cafetera aún es de este tamaño. Aún sigue siendo el primer renglón campesino de la producción. Todavía. Lo que queremos es hacerla crecer más. Entonces aquí los volúmenes de créditos son cifras, voy a ponerle esta palabrabreja: macroeconómicas. No microeconómicas.
No individuales, disculpen las palabras. No son individuales, no son en chiquito. Si no es en grande, ya después se vuelve una unidad familiar, se vuelve una parcela, se vuelve una asociación para industrializar. Pero si nosotros no hablamos aquí del crédito cafetero, no estamos hablando nada, porque ese es el capital. Aquí se planteó la tierra, sí, claro, yo he visto campesinos metidos en unos riscos que casi uno se para y cae al precipicio.
Cierto, cuando hay otras posibilidades mejores de tierras más abajo o más planas, etcétera, donde el trabajo podría ser más eficaz. La reforma agraria, vuelvo a insistir, es un cambio de la tenencia de la tierra. Si no, eso no es reforma agraria. La reforma agraria se da es cuando no hay campesinos sin tierra y depronto tiene tierra porque el Estado se la ofreció, se la vendió a bajo precio, la adquirió. Ahí hay una reforma agraria.
Entonces, si no hay un crédito subsidiado en su tasa de interés, yo no creo que pueda haber economía cafetera que prospere. Si no tenemos una política a los insumos y aquí el tema del abono, del bioabono, biofertilizante, más en términos generales es fundamental, pues no podemos impulsar la economía cafetera a conquistarse el comercio internacional. Si no ponemos un billete para que el Sena u otras entidades que acumulen conocimiento cafetero se pongan el servicio del campesino cafetero, no del gran productor, sino del pequeñito, en todas las zonas del país, no estamos transfiriendo conocimientos.
Si no se le entrega al campesino, a la Asociación Campesina la plata para ponerle el internet en la casa, que nosotros le llamamos a eso juntas de internet, pero el nombre es lo de menos, que es una plata que hay que poner.
Los jóvenes esos se lo saben bien. Cómo se ponen los aparatos, se tienden los cables y cada casa en la vereda tiene internet. Entonces a través ya del aparato, que puede ser este, nos enteramos cómo están los mercados mundiales del café, qué avances se han hecho en tal parte, en total otra parte, el internet se vuelve fundamental y lo podemos tener si se pone un billete en crédito incluso, no es ni siquiera regalado, se puede recuperar el internet a precios muy inferiores a lo que aquí en un barrio cualquiera esté pagando un operador de esos, no voy a mencionar nombres. Se puede, pero eso implica organización, asociatividad, saber cómo es la producción en el siglo XXI.
Ahora ¿Cómo se pone la factoría de la industrialización?
Hay que tener cooperativas. Yo sí creo que el mundo cafetero debe ser un mundo de cooperativas cafeteras. Estoy convencido de eso. Bien manejadas obviamente, ¿Cómo se hace para que una cooperativa cafetera esté bien manejada? Pues el control de los mismos productores sobre su propiedad común, para que no se la roben o para que no se cometan errores que terminen quebrando la cooperativa, como ha sucedido en el pasado, es decir, si el gobierno no se mete a ayudar en la producción y la vuelve rentable de tal manera que una familia campesina pueda volverse cada vez más rica y la región se pueda volver más rica, pues no vamos a cumplir el objetivo que queremos. Nos quedamos en poesía. Poesía sin alma.
PLAN CAFETERO
Pues a mí me parece que aquí hay que establecer el plan del Gobierno y el plan de la sociedad cafetera. Eso es lo que me parece que debe salir de aquí. El crédito, el saber, la tecnología, la fibra óptica, la conectividad, la industrialización y nuestros embajadores dedicados a la diplomacia cafetera.
No necesitamos otra, lo que ya pagamos, para que cualquiera, a mí me gustaría que la residencia del embajador de Colombia en Francia se abra para los muchachos que llegan con su intención de vender un café que lograron producir y venderlo en una esquina de París, porque eso es público, la casa no es del embajador, la embajada es propiedad pública y debe ponerse al servicio de los intereses de la gente. Entonces si logramos meternos, si logramos organizar a los colombianos fuera del país, que cada vez son más, a vender café, a vender café y nos organizamos un sistema.
Los italianos salieron adelante fue así, claro, había mafias y todo, pero al final salieron adelante ¿Por qué nosotros los colombianos, las colombianas no podemos salir adelante con el café y podemos venderlo y terminado en la esquina, de tal manera que vayamos captando el mercado mundial del café de nuevo? ¿Por qué no podemos salir?
Ahora viene Lula. Primer productor. Venden café en grano hasta donde yo sé, pero debe haber políticas ya de industrialización. ¿Por qué no nos juntamos? Cuando Colombia y Brasil se juntaban en el café, el café subía de precio y la gente campesina tenía mejores condiciones de vida, podía comprarse su nevera, su televisor, podía salir del pueblo con su prenda, su hebra bien puesta y hacer fiesta, cuando había fiesta y sus hijos iban al colegio e iban a la universidad. ¿Por qué no podemos recuperar eso ahora en la nueva zona cafetera sin olvidar la antigua?, pues no se trata entonces de abandonar Caldas Risaralda y Quindío y el sur de Antioquia y venirnos hacia Nariño, Tolima, Huila, Cauca, sino que ahora son dos. Si nosotros logramos revivir la vieja zona cafetera y alzar la nueva zona cafetera ese es el objetivo. Ese es el objetivo.
Bueno, yo me metí aquí en varios temas, pero pues quería dejar un poco mis… claro ¿Entonces qué hacemos con el Fondo Nacional del Café? Esa es la pregunta.
Porque si uno dice plata, si uno dice plata, por ahí vi al gerente del Banco Agrario que está sentado por acá, allá lo veo. Si uno dice plata, los funcionarios empiezan a decir ¿Y de dónde y de dónde? Y bueno ¿Y cómo y cómo? pero es que la plata la tenemos. Bueno, no digo que tengamos toda la plata, pero tenemos una plata, tenemos una plata.
Lo que pasa es que cómo se está usando esa planta y esa plata es propiedad del Estado, contratada, pero es propiedad del Estado. Nosotros tenemos un señorío, se llama, sobre ese dinero, que ahora se pone en cuestión. Como tanto tiempo se ha contratado privadamente, entonces se creó la tesis de que hay derechos adquiridos sobre el Estado. Lo estamos viendo ya en la votación del Congreso en este momento. No hay derechos adquiridos sobre el Estado. El único propietario del Estado es el pueblo, lo dice el himno, lo dice el himno. Yo sí creo que hay que desatar un proceso constituyente cafetero y decidir y decidir.
EPS
Yo no estoy igual, miren lo que nos pasó con el proyecto de la salud. Y termino con esto, que me extiendo mucho. Hace casi dos años, no es cualquier tiempo, presentó el proyecto el gobierno. No había en el proyecto EPS. Se acababan.
Vinieron los congresistas, los partidos, como así que acabar las EPS, que hay un acumulado, que no sé qué, una experiencia. Pero el dinero es público, lo están usando ellos y los resultados no son buenos. Pasamos a una concertación, dijimos concertemos, gran acuerdo nacional. Mira en que va el acuerdo nacional. Se volvió carreta. Gran acuerdo nacional, el gobierno permite que la EPS sigan, las salvamos. Para poderlas salvar no pueden ser aseguradoras, porque si son aseguradoras tienen según las normas de Colombia y del mundo, tienen que tener reservas técnicas por si se producen los problemas de los asegurados, por eso le llaman aseguradoras, entonces tienen que tener un fondo. Ahora resulta que se comieron la plata de los fondos. No hay aseguramiento, están quebradas. Una aseguradora en cualquier parte del mundo que se coma sus reservas técnicas, se va. En Washington, en París o en Bogotá, se va.
Entonces dijimos, no, pues para salvarlas no las volvemos aseguradoras, sino gestoras y dejan de ser aseguradoras. Pues no les gustó. Entonces ahora los congresistas de las EPS, porque los financiaron en sus campañas esas mismas entidades, dicen no, no votamos el proyecto si no se vuelven aseguradoras.
Pues hermano, si votan porque se vuelvan aseguradoras o hunden el proyecto, las EPS quebraron. Los que están diciendo es, no, el gobierno sino el mismo Congreso de la República, se quiebran la EPS. Bueno. Ahora nos toca resolverlo. Lo que podía hacer una concertación tranquila, ordenada, sin problemas. Bueno, hacemos la transición ahora de golpe.
¿Por qué y para qué, cuando lo que tenemos entre hermanos son vidas humanas?
Bueno, porque esto no son granos de café, que es importante, pero que es más importante, son vidas humanas ¿Por qué y para qué? matar, quitar, derruir el tiempo de una transición pacífica para salvar unas entidades privadas que podían seguirnos acompañando en un nuevo modelo de salud donde ahora se privilegiará al paciente, no al negociante.
Bueno, lo mismo es aquí. Ya no hablamos de vidas humanas, hablamos de café, hablamos de trabajo humano y hablamos de ilusiones, también humanas. También aquí, si el Fondo Nacional del Café es público, pues claro, yo invito a una concertación. A mí se me burlaron ahí en la Federación de ese tema, impusieron ahí a un señor. Bueno, hablemos
¿Cuántos son los salarios de la Federación que nosotros pagamos? ¿Qué es lo que hace la Federación con nuestra plata pública? ¿Por qué hay un edificio en Nueva York que terminaron por ahí refundiéndolo? etcétera ¿Por qué no hay comercialización? ¿Por qué el Estado no puede tomar las riendas del asunto? ¿Por qué sus embajadores no pueden, los embajadores del estado de Colombia, no pueden sustituir una serie de personajes que se van a tomar vacaciones y a tomar whisky? ¿Por qué no podemos coger los dineros del café para llevarlos al pequeño productor cafetero, tanto de la vieja como la nueva sociedad, si es el dinero público?
A mí me parece que toca ya tomar decisiones y el objetivo es que el café sea más rentable, que nosotros produzcamos más café, que produzcamos más café industrializado y que más zonas de Colombia dejen de ser zonas de violencia, zonas de economías ilícitas, como usted sabe y cada vez sean más zonas de paz, más zonas de trabajo solidario y cooperativo.