martes, abril 1, 2025
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Carlos Lehder: ‘Nunca Más Quebrantaré las Leyes

Carlos Lehder reflexiona sobre su pasado

Aquí está el texto corregido:

Hace poco más de un año, el antiguo miembro del Cartel de Medellín, Carlos Lehder, publicó un libro sobre su vida. Lo hizo mientras vivía en Alemania, luego de haber sido dejado en libertad por la justicia de Estados Unidos.

Finalmente, de la cadena perpetua más 135 años a los cuales fue condenado, solo cumplió 33 años y quedó libre en 2020, gracias a su colaboración con el Gobierno de Estados Unidos.

En esa oportunidad, habló con Colprensa sobre su libertad, su arrepentimiento por haber dedicado su vida al crimen y sus reflexiones acerca del narcotráfico.

—Tras las décadas de prisión, más los años de persecución, ¿cómo han sido estos años de libertad en Alemania?

El Gobierno del presidente Donald Trump autorizó mi libertad. Yo trabajé por muchos años como cocinero, preparando las comidas para un centenar de presos y oficiales, lo que me rebajó cuatro años de mi condena.

En 2020 fui trasladado aquí a Alemania. Traía en mi bolsillo mi pasaporte alemán provisional que la embajada en Washington me había proporcionado.

Ya en Alemania, en el aeropuerto, me recibió la policía y aduana. Conversamos por una hora, procedieron a darme un documento de identificación alemán y me dijeron «bienvenido a su patria, Alemania».

Desde ese día vivo totalmente libre y muy obediente de las leyes. Obtuve mi licencia de conducir y soy visitado frecuentemente por mis hijos y familia. Puedo asegurarles que en Alemania han sido los cuatro años más felices de mi vida de adulto.

—En todas las historias que se cuentan en torno al narcotráfico, existe la constante del ingenio utilizado para el delito. ¿Realmente eran personas de gran creatividad, como usted también lo demuestra en el libro?

A través del libro describo numerosos episodios que tuve que realizar como contrabandista internacional para lograr mi objetivo criminal y económico.

Vale decir que la debilidad humana por intoxicar el cerebro con sustancias narcóticas o alucinantes es un fenómeno mundial y data milenariamente.

—Luego de todo lo que ha vivido, en el libro asegura que está en contra de la legalización de las drogas, ¿por qué?

El reto ante mí, siendo joven y principiante en el accionar criminal, era transportar coca ilegalmente a su destino en Estados Unidos. Por tal conspiración de narcotráfico me extraditaron de Colombia y el mismo día de mi captura, el juez de la Corte Federal me sentenció a cadena perpetua más 155 años de prisión en máxima seguridad.

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He reconsiderado muchas de mis antiguas creencias criminales y radicales. Soy un hombre cristiano rehabilitado jurídicamente. Recalco con fe que soy de los hombres que cree que nuestros hijos deben ser superiores a nosotros. No deseamos que ninguno de nuestros propios hijos o de los hijos de compatriotas termine sus años de existencia tras las rejas.

—¿Cuál cree que sea el mayor problema que ha dejado el narcotráfico en una sociedad como la colombiana?

Mi experiencia me demuestra que las peores secuelas del narcotráfico y venta de la costosa cocaína son la propensidad a la violencia armada y letal.

El consumo de cocaína, y peor aún el bazuco, consumido por una persona de débil carácter, puede destruir prontamente su mente, su corazón y sus pulmones. En el prefacio de mi libro Vida y muerte del cartel de Medellín especifico que en el narcotráfico existen dos garantías: con muy contadas excepciones, uno siempre terminará en la cárcel o en la funeraria. La autoridad, a la larga, siempre ganará.

—¿Cuál cree que sea la posible solución en la guerra contra el narcotráfico que ya cumple varias décadas?

Primeramente, constante educación familiar, escolar y gubernamental advirtiendo las catastróficas consecuencias que conlleva el narcotráfico. Pero considero que la «Guerra» nunca debió ser lanzada contra el ilegal tráfico y consumo de cocaína.

La guerra implica combate armado, lo cual forzó a los narcos a armarse. Las operaciones policiales contra el narcotráfico son un deber de la moderna y muy equipada policía colombiana del hoy, lo mismo que es ejemplar la moderna tecnificación del experto Ejército de Colombia. Pero el Ejército, obviamente, se desmoraliza y descarrila su función al ser utilizado para perseguir el narcotráfico, en vez de su deber soberano: proteger y monitorear toda conspiración contra Colombia en la extensa frontera con Venezuela.

—Muchos jóvenes hoy en día piensan seguir el camino del narcotráfico como la ruta más directa al dinero fácil. ¿Qué les diría a ellos?

Tal como lo asevero en el prefacio de mi libro: «Ojalá que mis memorias sirvan para que las nuevas generaciones se enteren de primera mano lo azaroso, traicionero y nocivo del camino del narcotráfico. En cada transacción o negocio, uno se está jugando la vida misma».

La proclamada iniciativa de «Perdón Social» o programas de rehabilitación y sometimiento a la justicia de los narcos son muy exitosos.

—Mucho se ha dicho y escrito sobre el nacimiento de carteles como el de Medellín, pero, ¿cuáles son los principales mitos o mentiras que usted ve que se han dicho sobre el narcotráfico y el cartel de Medellín?

Las especulaciones, fabricaciones y procesos jurídicos y telenovelas fraudulentas contra el Cartel han sido muchas. Estas fueron algunas de las mayores razones para que yo genuinamente escribiera la única verdad sobre los hechos que yo viví, presencié y protagonicé.

Las soluciones al problema del narcotráfico deben encontrarse solamente bajo experiencias legítimas, no fraudulentas. En el libro soy muy explícito.

MITO O REALIDAD

—¿Cuáles son los principales mitos o mentiras que se han dicho sobre Carlos Lehder?

En 1987, fui extraditado a los tribunales de los Estados Unidos y Colombia no tenía los 50 millones de habitantes de hoy día. Existen varias generaciones que han sido mal informadas sobre las actividades del Cartel.

El Cartel de Medellín se consolidó como un cartel organizado solo cuando los ocho jefes de organizaciones nos unimos al descubrir que el gobierno de Colombia había negociado secretamente un tratado de extradición con el gobierno de Washington.

Ni Pablo Escobar ni los jefes del cartel realizaron acto de violencia alguno contra el Estado. Ciertamente irrumpimos públicamente en la arena política denunciando el tratado por ilegal, tal como los transportistas organizan una protesta y paro cuando les suben el precio de la gasolina. Hasta el día en que el jefe de jefes, Pablo Escobar, decidió por cuenta propia y con sus guardaespaldas personales ejecutar al ministro Lara Bonilla.

—¿Qué opina usted del fenómeno de las narcoseries (producciones televisivas en torno al narcotráfico)?

En el aspecto de telenovelas sobre organizaciones criminales, esto es parte de una subcultura del mundo televisivo, que viene desde la cinematografía de los multifacéticos productores de televisión y cine de los Estados Unidos. Creo que yo aún tenía pantalón corto cuando fuimos a ver la película El Padrino, con el actor Marlon Brando personificando al jefe de jefes de la mafia de algún estado americano, etc.

—¿Le gustaría que hicieran una serie o película sobre su vida?

Sobre documentales y narcoseries ya aprendí un poco más. Hace dos años acepté participar en un documental del productor Billy Corben de Miami. Su compañía Rakontur produce la serie Cocaine Cowboys.

Ya filmamos y se encuentra en revisión para incorporarle la novedad de mi libro Vida y muerte del cartel de Medellín. Ciertamente, me anunciaron que el documental está siendo traducido a seis idiomas y debutará en el mes de junio de 2024.

—¿Valió la pena ser uno de los capos del narcotráfico?

Definitivamente no valió los peligros y monumentales sacrificios y penas que me causé y le causé a mi familia. Reconozco que escogí la profesión equivocada y les aseguro que nunca más volveré a quebrantar las leyes.

Mi rehabilitación ante el gobierno de Washington me dio una segunda oportunidad sobre la tierra. Por el resto, mis plegarias.

(Colprensa)

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