El cómic en Colombia cumple 100 años, un siglo marcado por olvido, subvaloración y, paradójicamente, reconocimiento en el extranjero. Desde los orígenes con Mojicón, el primer personaje recurrente en las historietas nacionales, hasta los éxitos actuales de ilustradores colombianos en revistas internacionales como The New Yorker y The Economist, el cómic ha recorrido un camino accidentado pero lleno de talento y creatividad.
Mojicón: El inicio de una era
La historia del cómic en Colombia comienza oficialmente el 19 de enero de 1924, cuando el periódico Mundo al Día publicó la primera tira cómica de Mojicón, un personaje creado por el historietista Adolfo Samper. A pesar de las acusaciones de plagio de Smitty, un personaje del Chicago Tribune, Samper transformó a Mojicón en un ícono de la cultura popular colombiana. Las viñetas de Mojicón capturaban la cotidianidad y la picardía del pueblo colombiano con diálogos que, según el editor Pablo Guerra, “eran tan naturales que podías oírlos conversar realmente”.
A pesar de su éxito, Mojicón y otros cómics de la época enfrentaron el estigma de no ser considerados arte ni cultura. Las tiras cómicas eran vistas como relleno en las páginas de los periódicos, lo que resultó en la pérdida de gran parte del patrimonio histórico del cómic colombiano. Según Daniel Jiménez, director de Estrategia e Impacto de Entreviñetas, “la sociedad no veía el cómic como una expresión artística digna de conservar”. Este vacío patrimonial sigue siendo un desafío, ya que muchas de las tiras originales se encuentran perdidas o en mal estado.
Un siglo de evolución y reconocimiento
A pesar de este inicio turbulento, la influencia de Mojicón en la historia del cómic colombiano es innegable. Investigadores como Pablo Guerra y Bernardo Rincón han trabajado arduamente para rastrear y documentar la evolución del cómic en el país. Este esfuerzo ha permitido rescatar no solo el legado de Samper, sino también la importancia de Mojicón como el primer personaje en crear un hábito de lectura de cómics en Colombia.
Este año se cumplen 100 años de la publicación de Mojicón, y la conmemoración va más allá de la nostalgia. Se trata de dignificar el cómic como una forma de arte que ha contado historias que la literatura y otros medios no pudieron abordar de la misma manera. Para la ilustradora Laura Álvarez, “Mojicón marcó un antes y un después en cómo los colombianos consumían cómic. No solo era entretenido, sino que también reflejaba aspectos de la vida cotidiana de una manera única”.
El talento colombiano brilla en el exterior
Aunque el cómic colombiano fue desestimado por mucho tiempo, hoy en día los ilustradores y historietistas del país han logrado triunfar en el extranjero, donde su talento es ampliamente reconocido. Artistas como Daniel Liévano y Lorena Álvarez son prueba del alcance internacional que ha logrado la industria del cómic en Colombia. Las ilustraciones oníricas de Liévano, que combinan elementos simbólicos y surrealistas, han aparecido en importantes publicaciones internacionales, mientras que Álvarez ha sido galardonada en la Comic-Con de San Diego por su destacada carrera.
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Para Daniel Jiménez, el reconocimiento de estos artistas en el extranjero contrasta con la falta de visibilidad que enfrentan en su propio país. A pesar de que Colombia se ha convertido en un referente mundial del cómic, el apoyo y reconocimiento a nivel local sigue siendo limitado. “El cómic no es solo una forma de entretenimiento, es un lenguaje artístico que nos ayuda a entender el mundo”, afirma Jiménez. Y aunque nombres como Power Paola, Tatiana Torres, y Marco Noreña están liderando la escena del cómic contemporáneo, el desafío sigue siendo lograr un mayor apoyo y apreciación en el ámbito nacional.
Un futuro prometedor
A medida que se celebran los 100 años de la publicación de Mojicón, surge la oportunidad de reflexionar sobre el papel del cómic en la historia cultural de Colombia. El llamado de los investigadores y artistas contemporáneos es claro: es momento de dignificar el cómic, reconocer su valor histórico y apoyar a los talentos que hoy siguen llevando el nombre de Colombia a nivel mundial.
La historia del cómic en Colombia, desde sus inicios con Mojicón hasta el triunfo internacional de sus ilustradores, es un recordatorio de que incluso las formas de arte más subestimadas pueden perdurar y evolucionar, siempre y cuando haya quienes las reconozcan, las protejan y las valoren.