Las fuerzas ucranianas han logrado avances significativos en la región de Kursk, en territorio ruso, tras una ofensiva lanzada el 6 de agosto. Según declaraciones del presidente ucraniano Volodimir Zelensky, Ucrania controla ahora 74 localidades en la zona y ha avanzado entre 1 y 3 kilómetros en algunas áreas, en lo que ha sido descrito como la mayor incursión de un ejército extranjero en Rusia desde la Segunda Guerra Mundial.
El comandante del ejército ucraniano, Oleksander Sirski, informó que las tropas ucranianas han tomado el control de aproximadamente 40 kilómetros cuadrados adicionales durante la última jornada. Este avance se produce en medio de combates «difíciles e intensos», según Zelensky, quien también afirmó que cientos de soldados rusos se han rendido y están siendo tratados de manera humanitaria.
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El gobierno ruso ha reconocido la incursión ucraniana, admitiendo la pérdida de 28 localidades en una operación que abarca una zona de 40 kilómetros de ancho y 12 kilómetros de profundidad. No obstante, las fuerzas rusas han declarado que están infligiendo «grandes pérdidas» a los ucranianos en Kursk, donde la situación sigue siendo tensa.
Ucrania, por su parte, ha aclarado que no tiene intenciones de anexionarse los territorios ocupados en esta operación, y ha insistido en que sus acciones están amparadas bajo el derecho de legítima defensa, conforme a la Carta de las Naciones Unidas. Kiev ha señalado que estas incursiones cesarán si Moscú accede a negociar una «paz justa».
Las tensiones entre Ucrania y Rusia continúan, con las negociaciones de paz estancadas debido a las exigencias incompatibles de ambas partes. Mientras Ucrania busca presionar a Moscú mediante su incursión en Kursk, el presidente ruso Vladimir Putin ha puesto como condición para las conversaciones que Kiev ceda los territorios ocupados y renuncie a unirse a la OTAN, demandas que Ucrania y sus aliados occidentales consideran inaceptables.
Esta operación en Kursk representa un revés para el Kremlin, que había mantenido una ventaja militar desde el inicio de la invasión a Ucrania en febrero de 2022. Con miles de soldados ucranianos involucrados en la ofensiva, el objetivo de Kiev es estirar las posiciones rusas, infligir el máximo de pérdidas y desestabilizar la situación dentro de Rusia.
