Se batía por los primeros lugares de sintonía con Caracol Radio, se preparaban las historias con rigor y se planeaban buenos consejos de redacción; hoy Alejandro Villalobos, creador de La Mega quien fue ascendido de la noche a la mañana a vicepresidente de producto y contenido, es el responsable del triste entierro que se acerca poco a poco a la emisora que por décadas informó a los colombianos, no podemos decir que RCN Radio se muere, pero sí que su evidente decaída tiene nombre, Villalobos, que juega a dirigir una de las cadenas más emblemáticas del país como si fuera su consola de DJ.
Villalobos a quien al interior de la redacción llaman ‘Petar Pan’ “porque con 60 años se cree un niño” no llegó a transformar el medio, con temor varios colegas comentan que llegó a arrasar con un disfraz de modernidad y su pose de “genio juvenil” está apagando voces, desmontando programas, y así se promueve la autocensura en la emisora. Los periodistas con criterio y experiencia esperan una explicación, le han dedicado su vida a la emisora a la radio y hoy no son capaces de verlos a los ojos, “dicen que su proyecto es salvar la radio pero la está es silenciando y la está convirtiendo en esa especie de loop sin alma, sin opinión, sin país” nos comentó un muy experimentado periodista quien nos pidió no revelar su nombre por miedo a la cacería de brujas que se vive en la emisora.
Programas legendarios eliminados sin pudor. Periodistas con décadas de experiencia han sido marginados con un aparente desprecio. Y ahora, con el apagón nocturno de emisoras y el silenciamiento de referentes como el profesor Indalecio Castellanos, la evidencia es brutal. Villalobos está matando la radio con una sonrisa en la cara y una canción en el fondo.
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Lo más grave es que no lo hace por desconocimiento, lo hace por convicción. Confunde radio con fiesta, información con “contenido liviano” y democracia con pauta. Se cree rebelde, pero es funcional al poder, se cree moderno, pero aplica la censura más antigua, borrar lo que le incomoda. No debate, no escucha, no respeta. Solo ejecuta, con la ligereza de quien nunca ha tenido que dar cuentas por el desastre que deja.
Mientras tanto, el país pierde. Pierde el periodismo serio, de análisis profundo, voces que confrontan, que cuentan la verdad, que nos ayudan a entender el caos. Lo que está ocurriendo en RCN no es un cambio de programación es un crimen cultural. Un apagón informativo. Un golpe bajo a la democracia.
Villalobos no es un visionario, es un producto inflado. Y su ambición personal, su narcisismo y su desprecio por el contenido de fondo es lo que está condenando a RCN Radio a ser una sombra silenciosa, de aquel pasado prospero, protagonista y pionero de lo que fue. Hoy, Colombia no necesita más DJs con ínfulas de gerentes. Necesita periodistas. Necesita voces. Necesita verdad.
Y aunque él crea que está ganando, la historia será implacable. Porque cuando el ruido se apague, lo único que quedará será el silencio… y la pregunta inevitable: ¿Quién permitió que mataran la radio?