Jeremy Allen White vive el mejor momento de su carrera actoral. Protagoniza una de las series cómicas más vistas, ‘El Oso’, y ahora, protagoniza una película en la que interpreta a una de las estrellas más grandes de la historia del rock.
Tras sus presentaciones en Londres, Nueva York y Los Ángeles, este jueves se estrena en las salas de cine ‘Springsteen: música de ninguna parte’, un viaje a inicios de los años ochenta en la ciudad de Nueva Jersey durante el tumultuoso periodo de la vida de Bruce Springsteen, cuando creó el álbum ‘Nebraska’.
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Un drama conmovedor y agradable que se centra en uno de los momentos más importantes de la carrera de Bruce Springsteen, en sus difíciles inicios pero que culminó con la creación de uno de los álbumes más importantes de la historia del rock.
Es ingresar a la intimidad creativa de una de las leyendas de la música en uno de los momentos más decisivos en la carrera del icónico músico, a 43 años desde la aparición de ‘Nebraska’.
Para ponerse en la piel de este artista admirado y amado por generaciones, White se embarcó en un proceso creativo sin precedentes en su ascendente carrera actoral que le permitió captar la esencia del artista y llevar a los espectadores a un conmovedor viaje emocional y musical hacia su mundo interior.
Cuando Jeremy Allen White recibió la propuesta por parte del director Scott Cooper de interpretar a ‘El Jefe’ en la adaptación para la pantalla del libro de Warren Zanes, Deliver Me From Nowhere, el actor se sintió simultáneamente honrado y abrumado. Por un lado, se trataba de una oportunidad única para encarnar a un ídolo personal. White, que ya era fan de Nebraska antes de la filmación, tenía una comprensión profunda de lo que significaba el álbum. Por otro lado, dar vida a un ícono de la talla de Springsteen era un desafío inmenso.
“Lo pensé durante una semana más o menos. Luego Scott se puso en contacto y me dijo que Bruce había visto parte de mi trabajo y pensaba que debería hacerlo. Hablamos sobre el enfoque, y entendí que, en definitiva, lo central de la película era un hombre arraigado en su proceso creativo. Saber eso alivió momentáneamente algo de la presión”, confiesa White.
En conversaciones con Cooper, el actor comprendió además que el realizador no buscaba que el protagonista de la historia imitara al músico. “Es una película sobre encontrar la esencia de quién es Bruce, porque solo hay un Bruce Springsteen. Quería sumergir por completo a los espectadores en la experiencia íntima de cómo surgieron estas canciones que ahora son icónicas”, explica Cooper.
Para White, el punto de partida para poder interpretar a Springsteen con autenticidad emocional llegó a través de una primera conversación con el mismísimo ícono, en la que se refirió a un episodio de ataque de pánico que tuvo en un momento de su carrera, un sentimiento con el que el actor se sintió identificado.
“Cuando tomas un papel como este, te preguntas: ‘¿qué tengo en común con este ícono del rock?’ Es difícil trazar esas comparaciones y encontrar por dónde entrar al papel. Y creo que, en esa conversación, se me abrió una puerta”, revela White.
A partir de allí, White se dedicó a estudiar la vida y la obra de Springsteen de múltiples fuentes. Además de leer el libro de Zanes, escuchó el audiolibro de ‘Born to Run’ sobre las memorias del artista para familiarizarse con su vida y la grabación de ‘Springsteen on Broadway’, el espectáculo unipersonal de Bruce donde habla mucho sobre la relación con su padre.
El actor también se sumergió en el archivo audiovisual de Springsteen para captar su esencia arriba y debajo del escenario. A su vez, White se reunió con personas del círculo íntimo de Springsteen, como el productor e ingeniero de sonido Jimmy Lovine, el mánager histórico Jon Landau y su esposa Patti Scialfa.
Su preparación para el papel se completó con un intenso entrenamiento en canto y guitarra, ya que White interpreta todas las canciones en la película. El actor trabajó con el instructor de guitarra J.D. Simo y el reconocido coach vocal Eric Vetro durante cinco meses. “Al menos necesitaba llegar a un punto en el que pudiera sentirme lo más cómodo y natural posible, porque Bruce está en su máximo nivel de confort cuando tiene una guitarra en la mano”, dice White.
Más allá de la investigación histórica que hizo White para el papel, las extensas conversaciones que mantuvo con el artista fueron clave en la preparación del personaje. En uno de esos encuentros, Springsteen también llevó a White a recorrer Freehold, Nueva Jersey —su pueblo natal— para que viera los lugares que marcaron su infancia. “Luego me invitó a su casa, no muy lejos de donde había crecido, a cenar con él y Patti, y pude hacerle muchas preguntas sobre esa etapa de su vida”, cuenta White, en referencia a Patti Scialfa, esposa del músico e integrante de la E Street Band.
Durante el rodaje, Springsteen le dio a White todo el espacio que necesitaba, pero también estuvo muy presente en el set de rodaje para asesorarlo con honestidad si él lo solicitaba. “Era increíblemente comprensivo, dándome espacio para encontrar mi propio ritmo. Siempre estaba allí, pero creo que una vez que comenzamos a rodar, Bruce y yo logramos un entendimiento tácito: él intervenía para decirme si estaba yendo por el camino equivocado; de lo contrario, se mantenía al margen si bien me seguía brindando su apoyo, que creo que era exactamente lo que yo necesitaba en ese momento. Terminó siendo el equilibrio perfecto”, asegura White.
Para Springsteen, el trabajo que hizo White fue único y conmovedor. En ese sentido, el artista concluye: “Jeremy no intentó imitarme en absoluto. Simplemente se metió en mi mundo interior. La cámara captó esas complejidades y eso fue clave para que el personaje resultara completamente creíble. Ahí es de donde surge su magia actoral. Hizo un trabajo maravilloso.”

