Óscar Camargo Ríos, alias «Pichi», escapa de su arresto domiciliario por catorceava vez.
La reciente fuga de Óscar Camargo Ríos, conocido como «Pichi» y apodado el «Pablo Escobar de Santander», ha desatado una ola de críticas y preocupaciones sobre la efectividad del sistema judicial en Colombia. A pesar de múltiples violaciones a su arresto domiciliario, las autoridades no lograron evitar su escape el pasado 10 de octubre.
Óscar Camargo Ríos, alias «Pichi», es un narcotraficante santandereano cuyo historial delictivo ha dejado una huella profunda en el narcotráfico colombiano. En esta ocasión, su fuga ha generado controversia no solo por el acto en sí, sino porque representa la catorceava vez que el delincuente evade las condiciones de su casa por cárcel. Desde julio hasta agosto de 2024, se registraron múltiples «escapaditas» que fueron notificadas por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), sin que se tomaran acciones efectivas.
El juez tercero de ejecución de penas de Medellín, ante el cúmulo de evidencias de incumplimiento, no tomó decisiones contundentes, lo que permitió que «Pichi» continuara disfrutando de su libertad en un inmueble en Medellín. A pesar de que el 10 de octubre se confirmó la revocatoria de su beneficio, al momento de intentar ejecutar la orden de captura, las autoridades encontraron que el narcotraficante había desaparecido.
La fuga de «Pichi» no solo pone de manifiesto la ineficacia del sistema judicial colombiano, sino también la alarmante capacidad del narcotraficante para manipular las condiciones de su detención domiciliaria. Su historial criminal es extenso: vinculado a la banda Los San Rafa, «Pichi» ha sido protagonista de una década de violencia y tráfico de drogas. Capturado por primera vez en 2015, logró evadirse de la Penitenciaría de Palogordo, siendo recapturado en 2018 en Medellín.
A pesar de los serios cargos en su contra, en 2019 se le concedió prisión domiciliaria, lo que le permitió continuar sus operaciones criminales, generando ingresos de más de 14 mil millones de pesos al año. Su influencia se mantuvo incluso después de su encarcelamiento en 2021, cuando continuó disputando el control del microtráfico en Bucaramanga frente a bandas rivales.
La reciente liberación de «Pichi» bajo arresto domiciliario a mediados de 2024 despertó las alarmas en las autoridades, que temían que su influencia se expandiera aún más. La fuga del 11 de octubre pone en evidencia no solo la fragilidad del sistema penitenciario, sino también el desafío que representa su figura en el mundo del narcotráfico.
La fuga de Óscar Camargo Ríos subraya la necesidad urgente de reformar el sistema de justicia y seguridad en Colombia. Las autoridades se enfrentan a un dilema crítico: cómo gestionar a criminales de alto perfil que han demostrado una y otra vez su capacidad para evadir la justicia. La situación demanda respuestas efectivas y rápidas para garantizar la seguridad de la población y la integridad del sistema judicial. La búsqueda de «Pichi» continúa, mientras las autoridades se plantean medidas más estrictas para prevenir que este tipo de situaciones se repitan en el futuro.