Daniel Ávila, actual encargado de negocios en la embajada de Colombia en Estados Unidos, sería nombrado como vicecanciller en el equipo de Laura Sarabia, quien recientemente asumió como ministra de Relaciones Exteriores.
Ávila es un diplomático de carrera con una trayectoria de más de 25 años en la Cancillería.
Desde 1997, ha ocupado diversos cargos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, especializándose en desarme y minas antipersonal. Su experiencia incluye haber sido coordinador del Grupo de Trabajo de Desarme y parte de la Misión de Colombia ante la ONU.
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Desde 2014, ha sido una figura clave en la representación de Colombia en Washington D.C., desempeñándose como ministro consejero durante la gestión de Luis Carlos Villegas como embajador. Actualmente, lidera la embajada como encargado de negocios en Estados Unidos, lo que lo convierte en un actor con amplio conocimiento de la relación bilateral entre ambos países.
En cuanto a su formación académica, Ávila estudió ciencias de la comunicación en la Universidad de Missouri-Kansas City y cuenta con una maestría en relaciones internacionales de la Universidad Javeriana.
Con este posible nombramiento, Ávila asumiría las funciones de Jorge Rojas, quien dejó la Vicecancillería para reemplazar a Laura Sarabia en la dirección del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre).
Un nombramiento en un contexto de tensiones
La llegada de Ávila a la Vicecancillería se daría en un momento clave para la nueva jefa de la diplomacia colombiana. Laura Sarabia se prepara para su primera misión internacional como canciller, con un viaje programado a Estados Unidos en las próximas semanas.
En Washington, Sarabia se reunirá con Mauricio Claver-Carone, designado por el expresidente Donald Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, para asuntos de América Latina. Este encuentro se realizará en un contexto de tensión entre Colombia y Estados Unidos, generado por el más reciente choque diplomático entre el presidente Gustavo Petro y su homólogo estadounidense.
El conflicto surgió a raíz de un avión con migrantes deportados desde Estados Unidos a Colombia, lo que Petro rechazó inicialmente, argumentando que las personas a bordo no estaban en condiciones humanitarias adecuadas. La controversia escaló en redes sociales, con declaraciones cruzadas y amenazas de incremento arancelario a Colombia. Aunque la situación fue contenida por la mediación del excanciller Luis Gilberto Murillo, la relación bilateral sigue en un momento delicado.