Conmoción causó en las últimas horas la noticia del hallazgo y recuperación de ocho cuerpos de líderes sociales y religiosos en una fosa común ubicada en zona rural del municipio de Calamar, en Guaviare, hecho que se suma a la grave crisis humanitaria que enfrenta el departamento.
Las víctimas habían sido citadas por miembros del frente ‘Armando Ríos’ de las disidencias de las FARC por sospechas de colaboración con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Luego habrían sido llevadas a un predio abandonado donde fueron asesinadas. La orden, según la investigación, habría sido emitida desde el círculo de confianza de alias Iván Mordisco, uno de los principales jefes de las disidencias.
Los cuerpos fueron identificados de forma preliminar por sus familiares como Jesús Valero, Carlos Valero, Marivel Silva, Isaid Gómez, Maryuri Hernández, Óscar Hernández, James Caicedo y Nixon Peñaloza Chacón.
Sin embargo, esos asesinatos son solo la punta del iceberg de una problemática mucho mayor. El alcalde de ese municipio, Farid Camilo Castaño, en entrevista con W Radio, denunció que la población vive entre el miedo y el hambre, tras varios días de confinamiento por orden de grupos armados.
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«En Guaviare tuvimos un confinamiento de ocho días y las autoridades hicieron lo propio, pero hoy el temor que tiene la gente es mayor. La situación es tan terrible hoy que la gente no tiene qué comer«, afirmó el mandatario local.
A la situación de orden público, se suman el temporal de lluvias que ha destruido cultivos y tiene a sectores de San José, capital del departamento, bajo el agua, denunció Castaño, quien se manifestó molesto por la actitud del Gobierno frente a esta realidad, dado que no toma acciones para superar la crisis, que requiere menos pie de fuerza y más ejecutorias del orden social.
Hasta el momento, la Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior ha manifestado su rechazo a la masacre y ha exigido a los grupos armados ilegales que operan en el departamento cesar sus acciones contra los líderes sociales de esa región.
El alcalde Castaño sostuvo que a raíz de la crisis de violencia por la que atraviesa el departamento, nadie quiere asistir a cultos religiosos ni ejercer labores de liderazgo.
(Colprensa)