La Policía brasileña ha detenido este martes a 33 personas sospechosas de pertenecer a la facción del Comando Vermelho en el estado de Bahía, apenas seis días después del operativo a gran escala contra esta organización criminal en dos barrios de favelas en Río de Janeiro, que se saldó con 121 muertos.
La treintena de detenidos forman parte de una lista de 90 sospechosos de integrar el núcleo armado y financiero de la organización en Bahía. Los arrestos se realizaron en cárceles de Salvador, la capital del estado, así como en su región metropolitana y en Fortaleza, en el estado de Ceará.
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A varios de los detenidos se les atribuyen homicidios y tráfico de drogas en Salvador y otras ciudades de Bahía. Como parte del operativo, las autoridades también bloquearon medio centenar de cuentas bancarias, según el portal G1.
Las detenciones de este martes se enmarcan dentro de la operación ‘Freedom’, que la semana pasada cayó de manera sangrienta sobre los barrios de Penha y Alemao en Río de Janeiro, donde murieron 121 personas, entre ellas cuatro policías.
La propia Policía Civil de Río confirmó que al menos 54 de las víctimas mortales del operativo, el más mortífero en la historia del estado, no tenían requerimientos judiciales.
Pese a las críticas, el Gobierno de Río de Janeiro celebró el supuesto éxito del operativo, en el que participaron 2.500 efectivos, y atribuyó la alta cifra de muertos a la reacción violenta de los moradores. En total se realizaron 113 detenciones, con la incautación de 118 armas y una tonelada de droga.
El gobernador Cláudio Castro, en el cargo desde 2021, acumula cuatro de las operaciones policiales más sangrientas en la historia de Río. Apenas unos días después de asumir su cargo, ocurrió la masacre de Jacarezinho, con 25 muertos, y un año después la de Vila Cruzeiro, donde fallecieron 23 personas.
Amnistía Internacional y otras ONG han denunciado que esta “masacre policial” refleja un patrón violento y racista en los operativos. Según la organización, más de un centenar de víctimas, la mayoría negras y en situación de pobreza, fueron asesinadas en una acción planificada.
Amnistía también advirtió que varios cadáveres presentaban signos de posibles ejecuciones extrajudiciales. “Las operaciones policiales en Brasil se han convertido en sinónimo de terror, racismo y desprotección total”, indicó la entidad.
